Julio 2020
Una rapidísima traducción del texto en Inglés que subí la semana pasada (para fotos ir a la versión en Inglés)
Por lo que veo, la última vez que los actualicé fué meses atrás y fué sobre la casa de visitas que supuestamente iba a estar “habitable” para recibir visitas de Suecia en diciembre 2019. Eso no pudo ser, así como tampoco estuvo lista para que nosotros pasemos el invierno. Por suerte este invierno viene bastante tranqui y por alguna mágica razón, estamos pudiendo calentar la casa con la estufa. Cosa de Mandinga… Pero más allá de lo mucho que me divierte quejarme sobre “La Lata”, la verdad es que no desearía esta en ninguna otra parte del mundo en este momento.
No sé si será porque Uruguay es chiquito y se toman algunas cosas en serio o qué, pero la “cuarentena” ha sido muy leve y fácil de llevar. Obviamente que nuestro estilo de vida tiene mucho que ver, pero igual se sentía raro ir a Carmelo y la sensación que ahí se vivía. Todos extrañados por nuestros tapabocas, nerviosos y con miedo. Además con la sensación de que no saludamos a nadie y de que somos todos antipáticos porque no es lo mismo un cabeceo y “hola” que un beso y un abrazo no? Ahora ya nos acostumbramos, y ya nos movemos más como siempre a pesar de los protocolos y los tapabocas.
La “cuarentena”
Los chicos estuvieron en casa tres meses corridos y cuando empezó todo rápidamente decidimos que era EL momento para arrancar con un proyecto que veníamos postergando hacía tiempo: la casita “en el árbol”. Y lo pongo entre comillas porque está sobre pilotes pero no en un árbol. Está a la altura de los árboles. Magnus hizo una suerte de diario al respecto pero al final se le volvió tan intenso que abandonó. Tenía muchos seguidores en su página de facebook (para los que lo tengan de amigo). Los chicos han trabajado muchísimo e hicieron todo lo que no requirió de herramientas pesadas o peligrosas. Clavaron todos los clavos, lijaron, pintaron, mezclaron miles de tanda de arcilla y paja, rellenaron paredes y revocaron. También fuimos al bosque con machete a buscar troncos de Ligustro (Ligustrum lucidum) para la baranda del balcón. Ambos aman ir al bosque, sobre todo Tristán. Tengo pendiente ir con ellos y unas buenas floras de Uruguay porque me avergüenza lo poco que sé de la flora local y a ellos les copa aprender. Ahora faltan los últimos revoques y tierra en el techo y lista la casita ¿Quizás sea esa la primera casa de visitas?
En cuanto a la planeada casa de visitas han habido avances ahí también. Ya llega tanto el agua como la electricidad, falta solo una pared y las demás ya tienen hasta alguna que otra capa de revoque. Por suerte los fardos se conservaron súper bien bajo techo los tres años de espera. Las aberturas estan ya recuperadas de remates o construidas a medida por Magnus. Faltaría la puerta, revoques, una pared exterior, capas de piso (hay solo una hecha), la pared que divide el baño del resto y miles de detalles más. Pero avanza.
Los cultivos
Acá es larga la historia. El año pasado hice una suplencia como maestra de Inglés y, para mi gran sorpresa, me pidieron que volviera para el ciclo 2020. Así fué que luego de unas lujosas semanas en el este de este maravilloso paisito, volví a trabajar. La peli se llama: “A Virginia se le acabó la joda” Obviamente el tener un trabajo como la gente me quita mucho tiempo de mi trabajo de aspirante a productora agroecológica, justo cuando estaba empezando a agarrarle la mano… Y después cayó la pandemia y ahí sí que me estresé, porque no se olviden de que también le estaba tratando de agarrar la mano a la docencia. Meses locos, de poca huerta y casi nada de yoga. Por suerte llegaron las vacaciones y por suerte el verano fué tan seco que nada creció demasiado en mi ausencia. Así que durante las dos semanas de vacaciones de invierno (que terminaron hace una semana) logré descansar, renovarme, organizar la casa y la huerta significativamente,
Las novedades son dos. Una que empecé un curso online de premacultura con el cual estoy muy contenta y que me ha ayudado mucho a pensar sin pensarlo y de pronto me replanteo algunas cosas y me dan ganas de cambiar, o plantar cosas diferentes o hacer las cosas de otra manera. O, mejor aún, me da la seguridad de que estoy haciendo las cosas bien y de que tengo que seguir teniendo paciencia y que en algún momento veré marcados resultados. Otra novedad muy importante es que encontré una “mina de oro”. Sí, suministro de cama de caballo. Tengo grandes pilas compostando y en algunos canteros hasta la agregué así como estaba prácticamente. Es que o hacía algo o colgaba la toalla porque lo que estoy tratando de producir desde que empecé es en realidad suelo y no comida. Y queda mucho por producir. Después vendrán las cosechas abundantes espero.
Por último, una nueva adquisición son 15 gallinas regaladas de unos amigos que ya no podían más con tantas. Son ponedoras pero de diferentes edades así que no todas ponen huevos. Los chicos ayudan muchísimo con el cuidado y la verdad es que es lindo ver cómo las cuidan, observan, conocen y quieren. Ellas están en un gallinero amplio durante la noche y la mañana y después las soltamos y se meten en el monte, en mis macetas y en mis canteros. Por ahora no han llegado a la huerta grande que sería trágico, espero nunca lo hagan. Varias veces a la semana los chicos agarran 4 al azar y esas 4 trabajan unas horas en un gallinero móvil en la huerta grande. Es lento porque son pocas y están pocas horas porque me da lástima que estén encerradas (a pesar de que es grande, tienen sombra, semillas de avena, fardo de alfalfa y cama de caballo para entretenerse). Por lo que veo no parecen sufrir, no se quejan, ni han mostrado signos de estar mal -los cuales son inconfundibles he aprendido- pero me da cosa igual Así que poco a poco me van desmalezando canteros aunque me temo que no lo suficientemente rápido. Oh well.
Los dejo por ahora y espero varios aprovechen esta rara ocasión de traducción 🙂